Brujas: el viaje a la Edad Media
¿Ha visto Ud. la película “Acostar al fondo en Brujas?” ¿Quizás haya leído de esta ciudad en los libros del escritor-simbolista Georges Rodenbach de Bélgica? Llegar a Brujas vale la pena a cualquier hombre quien siempre soñaba sentir verdadera atmósfera de la Edad Media. Brujas ha logrado mantener su aspecto medieval original, que durante ocho siglos se puede rastrear aquí. El rápido siglo 21 corre en algún lugar cercano, pero no invade este espacio asombroso de las épocas pasadas.
Aquí se puede ver viejas casas de ladrillo, construídas aún en el siglo 15, templos góticos, torres y picos, molinetes y pequeñas estatuas en los techos, y, también, puentes jorobados. Sin embargo, aquí no hay hipermercados, casas de muchos pisos, anuncios luminosos y muchas otras manifestaciones de la urbanización moderna. Las callecitas silenciosas muy confortables a la luz de los faroles, áreas amplias, molinos del viento flamencos, carros con caballos y carrozas, cisnes graciosas blanquísimos que nadan por los canales numerosos, excursiones en barcos – todo esto se puede ver aquí. Dicen que la mejor manera de entender la ciudad y sentir toda su belleza es del barco. Allí se abre en especial el romántico de los canales, en el agua de los canales se reflejan las casas de color amarillo-rojo-blanco y el cielo azul.
La primera mención de la ciudad data del siglo séptimo. En los siglos 14-15 cae el florecimiento de Brujas. El se convierte en un rico centro comercial del norte de Europa, sede de la Liga Hanseática. El río Zvin une la ciudad al mar, crece el comercio marítimo, atrae la primera bolsa de mercaderías, y, además, la escuela flamenca de la pintura. Pero luego comienza la raya oscura en la historia de esta ciudad. Los canales, que unen Brujas al mar, empiezan a bajar, y el centro de la Liga Hanseática, que se encuentra en Brujas, se transporta a la ciudad Amberes. En los largos 400 años la ciudad parecía sumida en un profundo sueño. El despertador comienza sólo a finales del siglo 19. Fue acertada la decisión de mantener el espíritu de la Edad Media a la ciudad. Actualmente los poderes de la ciudad vigilan rigurosamente para que ésta no salga del formato ecogido medieval. Algo se conserva en su forma original, algo fue reconstruído cuidadosamente. La relación al pasado es muy cauteloso aquí.
En el centro de la ciudad está la Plaza del Mercado con el símbolo de Brujas – la torre vigía de Belfort. La torre está decorada con 47 campanas, por los cuales en la atigüedad se medían el tiempo, informaban del incendio o acercamiento de los enemigos, iban al trabajo y volvían a casa. Las campanas invitaban a los ciudadanos a diferentes recogidas nacionales, y desde el balcón de la torre eran proclamadas los decretos de la ciudad. Hoy día a la cima de la torre, donde se encuentra la plaza de observación, conducen 366 escalones. ¡Suban obligatoriamente arriba, y Ud. encontrará una hermosa vista de la ciudad! Al lado de la torre se hallan los edificios antiguos y la composición escultural a los héroes nacionales Jan Breydel y Pieter de Coninck.
En la Plaza Burg no puede ser pasado por la alta y hemosa fachada del ayutamiento de la ciudad del siglo 14, ya durante siete siglos en ella están de sesión los poderes de la ciudad. Al lado se puede ver la Basílica de la Santa Sangre de Jesucristo, que consiste en dos partes. En la capilla superior se conserva la reliquia – el vaso con las gotas de sangre de Jesucristo. La leyenda dice que el conde de Flandes Thierry d'Alsace las trajo estas gotas de sangre de la cruzada del siglo 12.
La iglesia de la Madre de Dios que se construía casi 200 años en los siglos 12 – 14, está adornada con numerosas obras de arte. El principal de ellos es “Virgen con el Niño”. Esta es una de las pocas famosas esculturas de Miguel Angel, que no reside en Italia. La colocción de esculturas y muebles se puede ver en el Museo Gruuthuse, y los cuadros más valiosos de los maestros flamencos – en el el Museo Groeninge.
Brujas es el espíritu de Europa medieval, donde hay posibilidad de un agradable paseo por las calles tranquilas, ver las casas como de melindres, o tomar un paseo emocionante en barcos por sus canales encantadores. Es una ciudad, dónde, según dicen, se ha detenido el tiempo.