El diario de viaje. Olimpo Griego – el camino a las nubes. Segundo día

El segundo día del viaje comenzó con un amanecer mágico. Dormimos muy bien, a pesar de que nos levantamos muy temprano.

Desayunando rápido, nos ponemos en el camino. Esperamos ansiosamente por el encuentro con las cumbres la Skala y Mitikas. La mejor manera de observar el amanecer es sentando en la veranda del hotel con una taza de café y deliciosos panecillos con mantequilla y mermelada.

Pasando una cierta distancia, notamos que el bosque comenzó a escasear, y sólo aquí y allá vimos los árboles coníferos. Las cardilleras estaban iluminadas con el sol, creando un paisaje extraterrestre. Era tan divertido observar como el nuestro camino se cubría con las nubes. Y ya estabamos a la altura de las nubes, que nos envolvían suavemente y al tacto, eran frías y húmedas... Pasado algún tiempo nos vino la ansiedad. Sobre nosotros pendían las nubes pesadas. Hubo truenos, estremecieron los cielos y las gotas sacudieron la tierra. Parecía que los rayos estaban muy próximos y tronaba muy fuerte. Tuvimos la suerte de que la lluvia no duró mucho tiempo, ¡pero esta tormenta y el sentimiento de miedo guardamos para toda la vida! Luego sentimos frío y decidimos arroparnos tomando de mochilas suéteres cálidos.

La vegetación casi ha desaparecido, por todo lado apenas se vía la piedra. Aunque en algunos lugares incluso se encontraban los pinos. Después de la lluvia el camino se hizo resbaladizo, y aquí, comence a agradecer a esposo por lo que insistió en comprar las botas de montaña. Sin las cuales, sería mucho más difícil. Sin embargo, un buen calzado no protegió mi bastón de trekking que me cayó accidentalmente. Apenas observamos en silencio como a los saltos fue volando para bajo. ¡Menos mal que no fue de alquiler!

Finalmente llegamos a la cima de la Skala (2886 metros). De refugio al pico de Skala subimos en 2 horas. Paramos aquí para descansar. El marido sacó de mochila el chocolate, que comemos con muy gusto. Reponemos las fuerzas y nos dirigimos hacia Mitikas.

El tiempo no era favorable para nosotros. Ráfagas eran fuertes y nos helaban las manos. Cuando se va a las montañas es necesario llevar los guantes... La visibilidad era mala, no tenemos el aseguramiento ninguno. Comencé pensar:¿Para qué es todo esto? Tal vez deberíamos volver?.. Pero conseguí dominarme a mi misma y continué detrás de mi marido. Tuvimos que agarrarse de las piedras duras. En lugares peligrosos fueron hincados los ganchos. Miré hacia atrás y vi una imagen inolvidable – una olla a hervir, pero en vez del vapor – las nubes... Y en lo alto estaba la cumbre de Mitikas (2.917 metros), y era claramente visible la bandera griega. El ascenso a Mitikas duró más 1,5 horas. Estando en la cima, en el reino del dios todopoderoso del relámpago y trueno, del Zeus, quería gritar de los sentimientos desbordantes. ¡La libertad, ligereza, pureza!